Los cuatro peores defectos del entrenador personal
Este artículo perfectamente podría entenderse como las cuatro virtudes que todo entrenador que pretenda vivir de ello debería tener. Tan […]

Este artículo perfectamente podría entenderse como las cuatro virtudes que todo entrenador que pretenda vivir de ello debería tener. Tan sólo debemos darle la vuelta a los defectos que se detallan. Después de 14 años trabajando de entrenador personal en Valencia, y viviendo de ello, he llegado a la conclusión de que existen una serie de defectos , habituales por desgracia, que siempre van a perjudicar la carrera de un entrenador personal. Muchos pensarán que es mi forma de pensar pero debo admitir que observo en mí mismo bastantes de los defectos que a continuación describo por lo que parte de este post es también un ejercicio de autocrítica. Ha sido gracias a trabajar con profesionales mejores que yo que he llegado a darme a cuenta hasta qué punto el mercado (clientes) valora aspectos que muchos entrenadores “indignados” tardan años en darse cuenta y no es hasta este punto cuando empiezan a poder vivir realmente de ello. Los siguientes son los 4 peores defectos del entrenador personal:
1.- NO ESCUCHAR AL MERCADO
Tal y como expliqué en el post titulado “La parábola de Sancho Panza”, y también como Alberto Chicote explicaba a una cocinera de mi ciudad esta misma semana, da igual lo que creas correcto a la hora de vivir de una profesión, el mercado manda y es él quien decide a qué profesionales admite y a quien expulsa. No le escuches, piensa que está equivocado y que sabes mejor que tus clientes potenciales qué les interesa, y seguramente te pasarás toda tu carrera buscando clientes que comulguen con tu forma de pensar indignado por cómo son las cosas. Aprende de aquellos que parecen ser mejor recibidos por el mercado, analízalos y, posiblemente, una vez hayas conseguido que el mercado te acepte, y te ganes la confianza de algunos clientes, podrás empezar a cambiar la forma de pensar de unos pocos.
Hay quien considera que el mercado debería regularizarse por ley. En todas las profesiones hay un movimiento que pretende lo mismo. Dejemos pasar unos años, hasta que los titulados en escuelas de cocina sobrepasen sustancialmente la demanda existente y empiecen a acumularse en el paro. También tratarán de que los mejores cocineros del mundo, la mayoría de ellos sin formación reglada o títulos oficiales, pero con el respaldo del mercado y la experiencia, se le impida ejercer por ley. La última reforma de la ley de colegios profesionales, aprobada ya en consejo de ministros en Agosto de 2013, elimina la colegiación obligada en la mayoría de profesiones reguladas hasta ahora y deja apenas unas pocas. Se habla incluso de la posibilidad de que un sector de los médicos no tengan la obligación de hacerlo. Si a esto le añadimos que una de las bases sobre las que se sustenta la Unión Europea es que cualquier profesional legitimado para ejercer un oficio en un país de la Unión debe poder hacerlo en el resto de países observamos que la tendencia va encaminada hacia la liberalización de los mercados y no al revés como ocurría en periodos más oscuros y grises de nuestra historia donde el estado ejercía un control mucho mayor sobre sus ciudadanos. No verlo y pretender cambiar esto es una utopía que, de no darse cuenta de ello, supondrá un desgaste innecesario para aquel que aspire a vivir del entrenamiento personal que, junto con la indignación provocada, tan sólo nos agotará y evitará que usemos esa misma energía para tratar de entender por qué personas a priori menos formadas parece que son mejor toleradas por el mercado. Ir en contra del mercado es como tratar de frenar una glaciación o la propia evolución y, tal y como decía Darwin, la especie que sobrevive no es la más inteligente ni la más capacitada, sino la que se adapta.
2.- ARROGANCIA EN LOS CONOCIMIENTOS
No conozco ningún buen entrenador que pase los años y siga entrenando de la misma manera. Cada año que pasa todos y cada uno de ellos me reconocen hasta qué punto hacía un año estaban equivocados en aspectos que consideraban sólidos e inquebrantables y, además, no tienen ningún reparo en reconocerlo. La mayoría de aspectos que conocemos y que se utilizan habitualmente en entrenamiento profesional, tanto en deportistas amateurs, como en alto rendimiento, no están respaldados unánimemente por la ciencia y se basan sobre todo en la opinión y experiencia de grandes entrenadores. Aunque es cierto que muchos estudios respaldan gran parte del conocimiento actual también lo es que otros tantos no obtienen los mismos resultados. Al final, la realidad se mire como se mire es que un laboratorio por bien equipado que esté, y capacitados su investigadores, difícilmente podrá simular con precisión el entorno en el que los atletas y deportistas en general se encuentran en el día a día. Demasiados aspectos interactúan que no pueden ser controlados o reproducidos en un laboratorio y, por tanto, no podemos basar nuestra evolución como profesionales tan sólo en el trabajo académico pues correremos el riesgo de no saber qué hacer o, en el peor de los casos, acabar volviéndonos locos debido a la falta de consenso en prácticamente todo lo que afecta a ejercicio y salud. Prueba de ello es el escaso éxito que han obtenido los investigadores, teóricos, catedráticos y otros especialistas académicos cada vez que han intentado cambiar el laboratorio por el entrenamiento real de deportistas de alto rendimiento.
Recuerda que formación no es lo mismo que titulación. Trata de compatibilizar el estudio teórico con el análisis del trabajo de entrenadores mejores que tú. Pasa tiempo charlando con ellos, que te expliquen el porqué de todo aquellos que no logras entender. Si eliges bien tus influencias verás que todo tiene un razonamiento lógico, que hay muchos caminos para alcanzar el mismo fin, que nunca está claro cual es el mejor, y que no siempre coinciden con las evidencias científicas existentes. Entrenadores como Mike Boyle alteran su forma de trabajar permanentemente, lo mismo ocurre en EXOS (Athlete´s Performance), y el caso de Charles Poliquin es especialmente llamativo puesto que muchos de sus escritos donde habla de su experiencia empiezan diciendo: “Aunque la ciencia todavía tiene que demostrar (…) he observado que cuando hago (…) consigo (…)”.
3.- FALTA DE PACIENCIA
La virtud es la paciencia, el defecto la falta de ella. Muchos clientes jamás han hecho ejercicio. Muchos empiezan a hacerlo cuando ni siquiera desean pero se sienten presionados por su familia, amigos, médico, etc. Otros quieren, se sienten motivados, pero no disponen de la conciencia corporal, capacidad de concentración o coordinación que al entrenador muchas veces le gustaría. Otros simplemente quieren hacer algo para romper el cargo de conciencia o simplemente son tan testarudos que se guían por los mitos de toda la vida y todo entrenamiento que los desafíe es considerado como una pérdida de tiempo. También existen muchos casos de gente que se bloquea ante el exceso de presión o el miedo a defraudar. El entrenador debe saber lidiar con todos los escenarios anteriores y aquel que no cuente con esta virtud y, además, no haga uso de ella permanentemente, tendrá dificultades no sólo para mantener a los clientes sino también para conseguir los resultados para los que fue contratado.
4.- FÓRMATE PARA ENTRENAR A LOS CLIENTES, NO A TI MISMO
Tal vez el defecto más generalizado de todos. La mayoría de entrenadores cumplen con el mismo perfil. Empezaron jovencitos a hacer ejercicio, se convirtió en su pasión y motivación para aprender cómo mejorar sus resultados. Llegado un momento deciden qué mejor que convertir su afición y su pasión en su profesión pero olvidan que sus clientes no son una prolongación de sí mismos. En su lugar siguen formándose en aquellas materias que les resultan más interesantes y no en aquellas que más convienen a sus clientes. Prueba de ello es la cantidad de entrenadores que tienen alguna formación en nutrición, y la escasa formación en poblaciones especiales. Recuerda que el trabajo de todo profesional, no sólo el de los entrenadores, se mide por los resultados obtenidos con sus clientes, no consigo mismo.
Analicemos la situación: La nutrición, más concretamente la dietética, es algo tan complejo que lo correcto, lo profesional, siempre va a ser derivarlo a un especialista y que no sea el entrenador quien se arriesgue a pasar por alto algo que su escasa formación no ha tenido en cuenta. Por otro lado, ¿Quién necesita y puede permitirse pagar un entrenador? La mayoría es gente a partir de cierta edad, muchos de ellos con condicionantes específicos que hacen que las pautas que suelen servir en población sana no sean recomendables para ellos siendo incluso potencialmente perjudiciales. Muchos de los clientes que atendemos en Performa son niños preadolescentes, tercera edad o muestran cuadros de obesidad, hipertensión, principio de diabetes, síndrome metabólico, recuperación de diversos cáncer, fibromialgia, sarcopenia, miocardiopatías y patologías de columna diversas, y una larga lista de condicionantes que requieren un trato específico. Mi teoría sobre por qué la mayoría de entrenadores no tienen formación específica es que pocos entrenadores las sufren y, de ser así, sería una falta total de profesionalidad. Además, por si fuera poco, y aunque parezca mentira, no es materia que se estudie en el Grado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte más que unas pequeñas pinceladas, unas pocas definiciones, que ayudan a entender el significado de terminología habitualmente utilizada alrededor de unas pocas patologías pero que en ningún caso muestra o enseña al futuro profesional de la actividad física a lidiar con ellas.
Fuente del contenido:Guillermo Alvarado, Entrenador personal titulado por la National Academy of Sports Medicine (NASM) de EEUU, y postgrados en Fisiología del ejercicio, y Nutrición y ayudas ergogénicas.